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Enseñar a niños autistas

De vez en cuando recibo correos electrónicos de personas que preguntan «¿tiene algún consejo sobre cómo enseñar matemáticas a mi hijo / hija autista?» Estas consultas me dejan desgarrado: no puedo evitar querer ayudar, pero no tengo experiencia con el autismo.

Una vez, envié un correo electrónico a mi asociación estatal de autismo para pedir consejo. La respuesta contenía un montón de consejos útiles. El punto más importante fue este: cada niño autista es diferente, por lo que es difícil dar reglas específicas.

  • Para un niño menos capaz, ayuda que las cosas sean lo más concretas posible: 2 + 3 es más difícil que 2 canicas + 3 canicas, por ejemplo, ¡especialmente si al niño le encanta jugar con canicas!
  • Los niños autistas a menudo tienen problemas para generalizar: saber que 2 y 3 canicas son 5 canicas no significa que sabrán la misma suma para los emparedados, por ejemplo.
  • Los niños autistas tienden a aprender mejor cuando usan sus ojos; por ejemplo, las reglas de matemáticas se pueden escribir en lugar de hablar. Se pueden mostrar ejemplos en lugar de explicarse.

Algunos amigos míos me visitaron una vez con su hijo autista a cuestas. Lo llamaré John. John tenía aproximadamente la edad de mi hijo, pero severamente autista. En la escuela, estaba sentado frente a una caja, tomaría un problema que se resolvería desde la derecha y colocaría la solución a la izquierda. La caja le permitió a John acercarse a un pequeño micromundo de él mismo, la caja y los problemas a resolver. No distraiga a maestros, compañeros de clase, ventanas o cuadros en la pared del aula.

Tal vez se pregunte cómo diablos lograron viajar con un niño así. Su solución fue planificar cuidadosamente todos los días de su itinerario de antemano y hacer un libro (con fotografías) que muestre dónde se alojarían cada noche, qué harían cada día, cuánto duraría cada vuelo de avión y etc. Su libro funcionó: John no tuvo problemas con la interrupción de su horario que normalmente conlleva un viaje al extranjero.

John apenas me habló durante la cena. Supongo que mi foto no estaba en el libro. Al final de la comida, pude sacarle una sonrisa tarareando algunas melodías pegadizas, pero lloró la única vez que tarareé una canción en un tono menor. ¡Lo sabré mejor la próxima vez!

Si tiene sugerencias, ideas o simplemente una historia que contar sobre la enseñanza de niños con autismo, envíeme un correo electrónico o deje un comentario a continuación. Me encantaría escuchar lo que tienes que decir.

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